domingo, 27 de julio de 2014

"No puedes hacerlo". ¿Cuántas veces hemos escuchado esas tres palabras a lo largo de nuestra vida? Algunas de ellas han sido pronunciadas por gente a la que supuestamente importabas o te quería, y otras por desconocidos, pero está claro que son las primeras las que te dejan marca. Cuando hay alguien que te quiere y te dice que no puedes hacer algo, automáticamente provoca que el autoestima caiga en picada. Piensas que nunca serás lo suficientemente bueno para esa persona, y mucho menos para cualquier extraño. Aun así, son los desconocidos los que te motivan a querer demostrar que puedes hacerlo. Y es la combinación esa de dolor y orgullo la que te hace enseñarles a todos que sí puedes, porque puedes hacerlo, todos podemos. No hay nadie que sea mejor que otro, todos tenemos debilidades, incluso la persona más fuerte o más inteligente, siempre flaqueamos en algo, aunque muchos no quieran reconocerlo ni darlos a conocer. Pero no te equivoques, no es mejor aquel que cree que es capaz de hacerlo todo sin el más mínimo esfuerzo, ni aquel que saca mejores notas sin la necesidad de estudiar, ni si quiera aquel que gana siempre haciendo trampas. No es la cantidad lo que cuenta. Lo que realmente cuenta son las gotas de sudor y esfuerzo, las lágrimas de lucha en el campo de batalla que has desprendido por llegar a ello. El camino no es el mismo para todos, y hay muchas maneras de llegar a él, pero no gana el que llega primero, si no el que lucha mejor. La espera te hace saborear más la victoria.

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